Una constante que te recuerda siempre de dónde vienes…, hacia dónde vas…., y a dónde no llegarás nunca… Y sabes que hagas lo que hagas, o intentes hacer o consigas hacer, nada de esto te salvará el culo, no te librará de hundirte en un pozo sin fondo – anónimo, miserable y sin dejar rastro. Así que la única salida es adentro. A lo más profundo de ti. Te perforas la piel. Desearías poder concentrar todo el daño, todo el dolor, en un solo lugar, y librarte del opresivo entorno que te asfixia desde el primer aliento del día hasta el día en que te mueras.
.... pues sí..
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