
Y, ¿sabes? Lo peor de todo es que, cuando se va la rabia y vuelve la tristeza, me traiciono a mí misma con el pensamiento de siempre. Que por ti no me habría importado cambiarme el nombre todas las noches, para ser cada vez una persona nueva, y que así no tuvieras que irte, y que así no tuviera yo ahora que echarte de menos.
Incluso a miles de kms, Siempre vuelve su olor
un dolor que nunca huye...
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