
Continuamente apareja su nave hacia nuevas aventuras, libre, sin creencia ninguna, sin patria, hermano de la inquietud y amante de lo infinito. La espada en mano, el barril de pólvora a sus pies, aleja su nave de la costa y, solo ante los peligros, canta para sí mismo, en honor suyo, su magnífico canto del pirata, su canto de fuego, su canto del destino
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